El cemento es uno de los materiales más utilizados en el mundo de la construcción. Se trata de un aglomerante hidráulico que, mezclado con agua y áridos como la arena y la grava, forma el hormigón.
Gracias a sus propiedades aglutinantes y de endurecimiento, el cemento permite crear estructuras de hormigón resistentes y duraderas. Se utiliza en todo tipo de obras, desde edificios y puentes hasta presas y carreteras.
De hecho, se estima que el consumo anual mundial de cemento supera los 4000 millones de toneladas. Es una de las preocupaciones que tienen economías emergentes, como China e India (de hecho, fue de lo poco que hablaron en la última Cumbre del Clima).
Sin embargo, la fabricación de cemento también tiene un alto impacto medioambiental. Se trata de un proceso muy intensivo en recursos que genera grandes cantidades de CO2, uno de los principales gases de efecto invernadero.
BioBasedTiles es una empresa neerlandesa que ha desarrollado un nuevo tipo de baldosa ecológica fabricada con materiales 100% sostenibles. La innovación de BioBasedTiles es utilizar residuos agrícolas como cáscaras de arroz, trigo y cebada.
Estos materiales (por denominarlos de algún modo) funcionarían en lugar de los materiales habituales como el cemento o la arcilla cocida. De hecho, la combustión de estos últimos genera las emisiones nocivas que tanto nos preocupan.
Esto permite reducir en gran medida la huella de carbono en la fabricación de baldosas, ya que estos residuos agrícolas requieren poca energía para su procesamiento. Cuando terminan su vida útil, las BioBasedTiles son 100 % biodegradables y compostables.
Otra ventaja es que estas baldosas son más ligeras que las convencionales, por lo que reducen la carga en los edificios. También tienen buenas prestaciones térmicas y acústicas, y son uno de los medios que más podría potenciar el aislamiento.
La compañía pretende lanzarlas al mercado durante los próximos años, aunque se han puesto un horizonte bastante amplio. Se habla de cinco años para que pueda empezar a construir los primeros edificios o, al menos, formar su base.
La clave del hormigón desarrollado por los científicos está en su fabricación. Utilizan un proceso patentado de tres pasos: primero, trituran los residuos de construcción hasta convertirlos en arena reciclada.
Después, mezclan esta arena con una matriz de hongos y bacterias no patógenas que actúan como un pegamento natural. Es algo similar a la cola basada en un 99 % en agua que quisieron patentar en Asia, pero no acabó funcionando.
Finalmente, vierten la mezcla en moldes para dar forma a las baldosas. Durante el curado, los microorganismos se alimentan de los azúcares y proteínas, produciendo calcita que convierte la mezcla en piedra. ¿No te parece un proceso impresionante?
Este proceso de biomineralización crea un material comparable en dureza y durabilidad al cemento tradicional. Cuenta con mayores propiedades aglomerantes y no emite residuos ni humo cuando se somete a elevas presiones.
La construcción del futuro está a punto de generar un nuevo panorama en las ciudades, como demuestra este nuevo hormigón. ¿Te imaginas que pronto levantáramos edificios sin producir ningún tipo de contaminación? Es una solución que llega justo cuando desde el sector buscan nuevas oportunidades para reinventarse.